sábado, 23 de abril de 2011


Recuerdan guerra de dictador Trujillo contra religiosos católicos

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Por: Prensa Latina 





 (PL).- Al acercarse
 el 50 
aniversario del 
ajusticiamiento del
 dictador
 Rafael Leónidas 
Trujillo, 
historias de sus crímenes 
salen a la luz como la 
guerra abierta contra 
prelados de la Iglesia Católica.

Así, abril de 1961 comenzó con un calvario de calumnias, 
burlas, evidencias fabricadas y acusaciones sobre el obispo 
Tomás Reilly, quien fue detenido y solo la muerte del 
sátrapa lo sacó de su encierro en la base aérea de San Isidro.

Los diarios El Caribe y La Nación de entonces, controlados
 por Trujillo, publicaron el 7 de abril acusaciones contra 
Reilly de orientar y dirigir un complot que incluiría la detrucción
 de un puente y los incendios del automóvil de un
 inspector del Partido Dominicano y del estadio deportivo 
de San Juan de la Maguana.

Reilly fue calificado de obispo al servicio del crimen, 
conspirador con sotana enviado por el Vaticano. El prelado 
había llegado a Dominicana en 1948.

Otro miembro de la misma congregación de Los 
Redentoristas, Bernardo O'Connor, fue acusado el 6 
de abril de traficar marihuana y otros estupefacientes.

El 13 de abril, bandas trujillistas pedían la expulsión de
 Reilly, atacaron su vivienda y la casa curial.

Seis días más tarde, acosado por desfiles diarios de esos 
elementos, Reilly fue encarcelado.

A la muerte de Trujillo fue liberado y dedicó su vida hasta
 los 75 años a sus feligreses de San Juan de la Maguana,
 donde reposan sus restos.

Otro jerarca de la Iglesia, el cardenal Francisco Panal, 
daba una misa en la catedral de La Vega y detuvo el oficio
 cuando los asistentes debían arrodillarse y el dictador
 no lo hizo.

Puesto en evidencia por la pausa del sacerdote, 
Trujillo se vio obligado a arrodillarse, humillación que
 fue suficiente para que persiguiera ferozmente a Panal
 hasta su muerte.

Una carta pastoral de los obispos en enero de 1961 
fortaleció la lucha contra Trujillo, señalando que la Iglesia
no podía permanecer insensible ante la pena que embargaba
 a muchos hogares dominicanos y decidió unirse al pueblo
 en su dolor.

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